sábado, 28 de agosto de 2010

Diego y yo compartimos la misma duda



Diego es de esos alumnos por quienes agradezco tener la oportunidad de ser catedrática. Tras haber platicado esta mañana con él, cualquier queja que emita sobre el tráfico "post-huracán Alex" puede ser calificada, sin derecho de réplica, como absurda. Ningún maestro de universidad privada que se respete puede pasar por alto que mientras uno llega al aula en lindo carro climatizado, hay alumnos que usan otros medios de transporte menos "lindos" (o ningún medio de transporte más que el proporcionado por la Madre Naturaleza). Diego y el resto de los jóvenes que comparten esas circunstancias son la gasolina que me impulsa a preparar clases de madrugada o tarde en la noche, o durante los fines de semana. Cualquier "sacrificio" que yo haga es diminuto al lado del suyo.

Mi curso es "Introducción al Derecho", mismo que va dirigido a alumnos de primer semestre de las Licenciaturas en Derecho y Estudios Internacionales. Acabamos de concluir la tercera semana y, hasta ahora, hemos discutido diversas opiniones doctrinales sobre el concepto de Derecho, atributos de las normas jurídicas, diferencias entre Derecho, moral y convencionalismos sociales.

Por supuesto, los estudiosos del Derecho difieren en sus teorías, pero, si es posible advertir una opinión en común, las normas jurídicas se distinguen por su aplicación "incondicional, absoluta y coactiva" (Rodolfo Stammler, Rodolfo Jhering, Luis Recasens Siches, etc). Eso es lo que opinan nuestros queridos y admirados teóricos, pero, ¿eso es lo que se observa en nuestra realidad?

Diego, al final de clase, se acercó a mí para desahogar su frustración por la contradicción entre los ideales que le enseñaba en mi cátedra y la cruda realidad que apesta al exterior. ¿De qué sirve el supuesto "poder coactivo del Estado" ante masacres a todas luces injustas? ¿De qué sirve el derecho penal si éste solo se aplica a plenitud a quienes no pueden pagar los altos honorarios de abogados que tuercen, a conveniencia, los medios de defensa legal?

Diego estaba ofendido por el poco poder del Estado de Derecho en México y la barbarie que sufrieron los 72 trabajadores inmigrantes en su paso por San Fernando, Tamaulipas.

-Ya somos dos-


domingo, 8 de agosto de 2010

Objetivo y/o competencias generales del curso


Lo prometido es deuda: ayer sábado anuncié en mi twitter que iba a trabajar en este blog. Así lo hice, aunque en los hechos exista prueba contundente que esta entrada se concluyó hasta el día siguiente, procuré mantener la mitad de mis neuronas receptivas y el resto dispuestas a asimilar las moralejas obsequiadas por el exterior.

No los aburriré con la crónica puntual de lo que hice durante el sábado. Lo ocioso lo resumiré de la siguiente manera: los sábados son para el acicalamiento físico y espiritual.

Durante este fin de semana, de manera intermitente, trabajé en el programa analítico de mi curso "Introducción al estudio del Derecho". ¡Qué honor es dar esa clase! Espero estar a la altura.

Hace diez años cursé mi primer semestre de Derecho. Si alguien me hubiera dicho que en el 2010 yo estaría en los zapatos del maestro, sencillamente no lo hubiera creído. Recordando, o como diría el buen Steve Jobs, "conecting the dots" advierto que el objetivo de ese curso es proveer al alumno de primer ingreso de la Licenciatura en Derecho las herramientas académicas necesarias para que sea capaz de descubrir y asimilar los conceptos básicos que componen la ciencia Jurídica y el arte del Derecho, a efecto de fomentar en ellos la creación de su propio criterio jurídico.

Espero que el "criterio jurídico" de mis alumnos sea como una casa sin puertas o ventanas. Que la única constante sea el hambre de conocimiento. Que tengan sus propias ideas y convicciones sobre lo que es la justicia y el Derecho, pero que siempre tengan la humildad para reconocer su ignorancia o error.

Como bien me dijeron este domingo "la sabiduría no llega, hay que llegar uno a ella, buscarla informandose principalmente de la historia, los hechos".

sábado, 7 de agosto de 2010

Las Dos Fridas, por Álvaro Gutiérrez


Gracias a mis excelentes amigos Martha Treviño y Álvaro Gutiérrez por tan amena sesión de fotos. Ser parte del Proyecto 365 fue todo un honor.

¿A poco la Güera y yo no parecemos un par de señoras feudales?
 

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